¿Qué se puede esperar como desenlace tras el conflicto entre la Iglesia Católica y la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) donde los medios de comunicación intervienen desde todo ángulo posible, exprimiendo toda posibilidad de información? Es cierto que es una prestigiosa casa de estudio, formadora de profesionales que destacan tanto a nivel nacional como internacional ¡Pero qué nos importa a los que no nos vemos perjudicados¡

Esta última expresión no se debe relacionar a un hipotético pensamiento criollo que brotó con gran fuerza en las últimas elecciones presidenciales “Si yo estoy bien, no me importa quién sea el presidente”, porque ésta sí involucraba a los peruanos como nación. La PUCP, si bien es del Perú, es una empresa privada, que no sólo obtiene ingresos por las pensiones que cada mes sus más de 15 mil alumnos abonan, sino porque es dueña del muy concurrido centro comercial Plaza San Miguel, con el que, sin duda, mantienen un alza económica anual permanente.

Y si ya mencionamos al alumnado, porqué no recordar que antes de este conflicto con la Iglesia, éste marchaba y reclamaba en el interior de su ahora adorada universidad porque repentinamente le habían subido drásticamente el monto de los créditos a pagar. Las redes sociales fueron un canal usado para su difusión, y ahora casi ni se menciona.

Puede que Cipriani y su “gentita” quiera apoderarse de la Católica por beneficios monetarios, puede que esta universidad tenga razón e impida que el arzobispado de Lima designe a un aliada como rector ¡Pero qué nos importa a los demás!

Si los medios tocan el tema, es porque –estoy seguro- muchos de sus trabajadores y directores son egresados de la PUCP. Y mientras más se toque el tema, más impresiones de papel periódico serán elaborados y vendidos.

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