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¿Un cuarto poder para qué?

Publicado: 2011-09-21

Cierto es que en una democracia las personas necesitamos estar informadas para, precisamente, participar plenamente en la vida pública: expresando ideas y colaborando activamente con la formación de un gobierno ideal de acuerdo a la realidad de un país. La importancia de los medios de comunicación, en este sentido, es fundamental para la difusión de la misma ya que educa a la opinión pública otorgándole insumos pertinentes para cuestionar el accionar de sus autoridades y la vida en la sociedad.

Pero es cierto también que estos últimos, en su afán entregar una “información completa” al ciudadano, trasgreden ciertos principios periodísticos que se han forjado a lo largo de la historia justamente para tenerlos en cuenta al momento de publicar un producto. Lo ocurrido el último fin de semana con las imágenes divulgadas en casi todos los noticieros domingueros de un padre intentando violar a su hija, es prueba de la ausencia de criterio que tiene un sujeto cuando no encuentra alguna barrera que limite su radio de desenvolvimiento.

¿Acaso es necesario ver el repudiable acto, exponiendo a una menor de edad ante todo el país, para entender que ése individuo enfermo sea encarcelado de por vida? ¿Las imágenes son evidencia imprescindible, que se prefiere conmover al espectador con ellas antes de cuidar la integridad de la niña involucrada en el video?¿Alguien piensa denunciar o sancionar a los medios que sin razonamiento alguno traspasaron paredes de intimidad y sobre todo afectaron el honor y reputación de una menor?

“Que es de interés público”, argumento estúpido y descontextualizado; “Mostrarlas para que el televidente sienta un rechazo más grande hacia el violador”, justificación marketera; y la que derramó el vaso “Debía grabarlos para que me crean”, palabras y pensamiento de la madre que “tenía” por necesidad filmar a escondidas la escena entre su hija y su pareja para usar el video como un certificado de verdad.

Hubo hace un par de semanas un caso parecido, con video también, de un profesor que obligaba a una alumna a besarlo y dejarse tocar. Ambos actores sólo eran tapados -”para no reconocerlos”- con una nube borrosa editada. Y otra vez fue la madre de la menor quien decidió grabarlos con una cámara escondida, mientras ella se ocultaba bajo de la cama.

¡Pero se supone que el periodismo trata los acontecimientos ante la eventual falta de criterio o inexperiencia de los ciudadanos para anunciar éstos!

¿Y qué dirán los medios si se intenta regular este tipo de trabajo inadmisible? El discurso típico de “¡Se quiere quitar la libertad de expresión!”, “¡Esto no es democracia!”. Pero si precisamente los periodistas se encarga del filtro y edición de sus documentos antes de ser propagados, porque son los “profesionales en la materia”.

Ahora es difícil distinguir qué diferencia un trabajo periodístico de uno meramente casero o de usuario. De qué valen los discursos de lo comunicadores que señalan que en la internet no hay información “tratada seriamente”, sin la intervención de “una mano experta”, si son ellos mismos quienes no respetan su propia profesión.

El Estado es el principal encargado de velar por la protección de las personas, y las instituciones debidas -IPYS, Defensoría del Pueblo, ONGs, etc.- pueden ser de gran ayuda para sugerir, con todo derecho, un control sobre los medios ante la vulnerabilidad que ya es evidente que tenemos todos si algún canal de tv ve en nosotros un producto que debe ser vendido.


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El cuento no contado

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